martes, 17 de junio de 2014

Mi blanca playera

Hoy me pondré la playera de la selección. Llegó el día del partido mundialista más esperado por México y debo estar en sintonía. No negaré que me gustaría tener la playera nueva, pero lo pienso al sentir que en mis bolsillos traigo unas cuantas monedas y no me alcanza para darme esos lujos.

Mejor así, con la que tengo. Además, podré presumir que tiene mi nombre y el número del capitán actual del Tri. No es verde pero tampoco el horror de la naranja o la extraña playera guinda que sacaron en 2002 y retomaron de las primeras participaciones de la selección en los mundiales. No.

Tampoco es la verde con plumas que utilizaron en 2010 ni la del calendario azteca de Francia 98. Me gustaría tener aquella playera blanca con la que Negrete le anotó el golazo a Bulgaria o aquella que inmortalizará el “Cuauh” y el “matador” cuando les anotaron gol a Bélgica y Holanda respectivamente y significaron empates que permitieron la clasificación de México a octavos de final.

La mía es blanca. Similar a la que usaron en la Copa América de Venezuela en 2007, ese torneo en que Nery Castillo brilló y pintaba para convertirse en un extraordinario jugador. Ahora que lo pienso, puede que esa playera tenga la magia necesaria para que hoy la selección venza a Brasil. Así como lo hizo aquella noche con un golazo del ex jugador del Olympiacos.

La playera que pienso ponerme esta tarde la compré para formar parte del equipo formado por mis amigos de CCH. Con esta casaca ganamos el tercer lugar del torneo local y nos batimos como guerreros en la cancha. Pocas veces la nostalgia me ha parecido tan bella.

En fin. Estar tarde, a las dos, me enfundaré en la camiseta blanca de México y apretaré  los dedos para invocar a la diosa fortuna y a sus leales vasallos: tenacidad, esfuerzo y constancia. 

Esta tarde, con el número del capitán en la espalda, llenaré de gritos la habitación en espera de gritar el gol de la victoria. Así como en 2007 lo anotó Nery. Así como en 2012, en el mítico Wembley, marcó Oribe. Así como en 1999, en el Azteca, Blanco dejó tendidos a los brasileños en el campo y México se consagró campeón.

@juaninstantaneo

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