Aprende a mirar sin llorar, entiende que su ausencia es temporal, que pronto llegará el momento de volverla a encontrar y podrás decir todo lo que tu corazón siente.
Detente, mírala en la distancia; no estás solo, su esencia te acompaña en cada poro de tu piel, en cada respiración, en cada latido del corazón.
Y si la tristeza amenaza tu presencia: cierra los ojos, trae a la memoria el abrazo más tierno, el beso más significativo y sonríe que no hay nada como amar y ser amado. No hay nada como poder decirle: Te amo.
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