miércoles, 2 de abril de 2014

Un año más

Era la tercera noche de insomnio que Samuel pasaba. La oscuridad de su cuarto contrastaba con lo multicolor de sus pensamientos y sentimientos. Extrañaba a Carmen. Por reflejo giró su cuerpo, intentando que el sueño lo tomara por sorpresa para sumergirlo en aquel mundo que hoy, más que nunca, anhelaba.

Fijó la mirada en el mueble donde tenía la foto de Carmen. Estiró la mano con el ánimo de alcanzarla y admirar ese rostro de mirada esquiva. ¿La volveré a ver?, se preguntó, aunque sabía que la respuesta sería el silencio. Silencio, ese estado que había sumergido sus emociones durante mucho tiempo hasta el momento en que el encuentro de miradas desató la tormenta, su tormenta de enamoramiento, ausencia o amor, aún no lo definía, pero lo sentía.

La pesadez en los ojos le recordó que debía dormir. Volvió a intentarlo sin éxito y una huella de frustración le cruzó la frente. Decidió levantarse, encender la luz y terminar aquel libro que su maestra le obsequió el último día de clases.  

El autobús llegó al andén 24. En la sala de espera, Samuel se comía las uñas en espera de que Carmen llegara. A lo lejos, identificó la procedencia del vehículo y una inusitada emoción le invadió los rincones del cuerpo. Se acomodó el cuello de la camisa y puso la mejor de sus sonrisas.

Los pasajeros comenzaron a descender del autobús. Carmen bajó y Samuel corrió a su encuentro. La abrazó con la fuerza de la distancia y miró aquellos ojos con los que tanto soñaba. Ella, con una discreta lágrima, le correspondió el gesto y ambos quedaron hipnotizados por la presencia del otro. El imán que años atrás había hecho que sus labios se juntaran, apareció…


El timbre del despertador le recordó que debía iniciar sus actividades. Con gesto adusto, maldigo al tiempo, intentando recuperar el sueño y los labios de Carmen; no pudo. Por su cabeza, giraba una fecha, el recuerdo de un año más sin ella. 

@juaninstantaneo

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