martes, 19 de marzo de 2013

Por primera vez



Sus ojos vacilan. Está cansada, las ojeras se ocultan bajo el maquillaje que acentúa el color perlado de su rostro. El celular ha sonado. Se apresura a silenciarlo ante las miradas de quienes le apuntan con los ojos. Es el mensaje que esperaba…

“Amor, a las 3 sale el camión. Te espero en la central, frente a la Virgen. Te quiero.”

Sonrió. Quería contestar pero el ambiente se  lo impedía. Su mente comenzó a divagar…

El viento les tocaría la cara, sus manos entrelazadas se acomodan al ambiente. El sol acaricia sus brazos. Han descendido del camión. Sus caras muestras alegría. El sueño comienza a ser real…

-¡Natalia!, la clase terminó-. Amparo mueve a su amiga que luce ajena al lugar.
-Gracias, amiga, me fui…-, contestó entre risas.
-Sí, lo noté, pero ya párate que los otros ya están entrando-.

Natalia se levantó dejando que su cabello cayera sobre sus hombros. Lucía esplendorosa con esa blusa blanca que le enmarcaba la figura, el collar de hoja pendía de su cuello que desprendía un tenue aroma a uva; ella era una mezcla entre la delicadeza y la aventura, lo decía su atuendo contrastado con unas botas que oscilaban entre el azul y negro. -Ni la luna de octubre es tan bella- le diría Fabián a la mujer que conoció cuando creía que el amor le había vedado las puertas.

Fabián cuenta el dinero. Los billetes de 200 pesos tapizan la portada de la libreta escolar que tantos versos lleva en su interior. Sentado sobre la cama, extiende la mano para recordar las tardes en que Natalia posó su cuerpo en ella, justo cuando sus amores se vistieron de pasión y prisas juveniles. No había experimentado mayor felicidad que la que sentía cuando hacía del mundo un suspiro perdido en besos y caricias.

Frente a sus pies yace la maleta. La espera aún es larga, son las 11 de la mañana y el reloj parece no querer avanzar. Su prisa le exige gritarle al tiempo que siga. Quiere vivir, quiere vivirla. Imagina:

Voltea. Intenta acomodar sus ojos a la luz de la mañana. La ve, es Natalia, está ahí, dormida. La felicidad le explota en el cuerpo y una lágrima aparece por su ojo, se muerde el labio inferior intentando ocultar la emoción que le embarga. Suspira. Sonríe.

Se ha levantado, recorre la habitación como si con ello ayudará a que las horas continuaran. Aparta las cortinas de la ventana y se dedica a mirar. Una pareja se funde en un beso mientras sus manos sostienen una rosa blanca. Voltea y mira la flor de papel que Natalia le obsequió una mañana de abril, justo cuando el tercer año de su vida de novios había llegado. Caminó hasta posarse frente al pequeño mueble que resguardaba su ropa, extendió la mano para alcanzar el retrato de una tarde de primavera que los vio unidos bajo el cobijo de la jacaranda.

-El sueño comienza a ser real-, susurra mientras deja el retrato y comienza a repasar el trayecto que vendrá:

El reloj marcará las 3 de la tarde, subirán al autobús para sentarse en el 25 y 26, juntos. El viaje será largo pero valdrá la pena. Ella se recostará en su hombro y el sentirá que la paz lo gobierna. Las cinco horas de viaje los pondrán en Xalapa, Veracruz. Cuando lleguen será de noche y tendrán el tiempo justo para cenar y correr al hotel. Botarán las maletas. Dormirán juntos por primera vez.

  JPSC

No hay comentarios:

Publicar un comentario